Las maravillas y miserias del amor.
Sus oscuros fulgores, sus catástrofes.
Caminar por el filo de la pérdida.
Dar lo que no se tiene.
Recibir
lo que no se da.
El amor a la poesía,
a la madre, a la mujer,
a los
hijos, a los compañeros
que cayeron por una esperanza,
a la belleza
todavía de este mundo.
Como cualquier hombre,
amé y amo todo eso.
Algo de todo eso tal vez
tiemble en los poemas que siguen,
escritos
a lo largo de 50 años.
La muerte me enseñó
que no se muere de amor.
Se vive de amor.
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